sábado, 28 de abril de 2012

¿Por qué si estás, estoy completamente vivo?*

Escribo, no escribo, escribo, no escribo, escribo...

Es raro, no?
Mi tranquilidad no sólo me abrumaba, sino que me inmoviliza, me vuelve inútil, hace imposible que las lágrimas salgan aunque por dentro este aullando de dolor.

What can I say? No me gusta, no es la Náusea, es más... quieta.
Me saca de onda.

Desde hace algún tiempo sé que algo no funciona bien, pero que te lo griten con tanta claridad como hoy, no es nada que puedas considerar halagüeño.

Me pregunto miles de cosas, que pasaría si...?

Ya ni siquiera sé como desreprimir el Dolor, jajaja, qué amargo es vivir.
Siento el corazón hecho jirones, como una tela vieja y raída, rasgada, torpe, impotente, indefensa.
Eso es lo que más ganas de llorar me da. INDEFENSA.

Qué he de hacer yo, entonces? Aislarme más? Alejarme, ignorar, morderme los ojos y cerrar la lengua?

No sé, es deprimente saber que casi tengo 20 años y sigo con mis crisis de niñita inmadura.
Algunos dirían que es depresión crónica. Ya. En mi familia no creen en eso y dicen que soy infeliz porque soy una holgazana buena para nada.

(Sabes? A veces me dan muchas ganas de enseñarte estas letras y otras veces preferiría mutilar mis dedos a dejarte entrever este sitio.
Te amodio, no sé como explicarlo mejor.)

Es bizarro que todos parezcan notar cuando estoy triste o cuando necesito aliento, menos las personas que se supone que deberían notarlo y alentarme o simplemente sentarse ahí, conmigo, callados.
O tal vez yo soy demasiado egoísta.

Destroza su corazón, esperanza y orgullo mío...

Tengo jaqueca. El amor no duele, o sí?

Hay infinidad de cosas qué decir, no puedo estar triste eternamente, mucho menos feliz, quisiera conseguir el equilibrio perfecto para eso, no sé, supongo que tendría que cortar todos los lazos emocionales que me unen al resto del mundo, así como los taoístas, pero no sé si soy lo suficientemente fuerte como para alcanzar y perseverar en esa soledad imperturbable.

Estoy roja por el sol. Esa apariencia de vitalidad en realidad me causa un dolor físico y un profundo malestar emocional.


Qué se le va a hacer? Esto es vivir.


*Nevada, de Juan Ramón Mansilla