viernes, 29 de junio de 2018

Me sobran alas cuando caigo...*

Hoy pensaba en varias cosas.
Ya saben, las artimañas en las que caes cuando empiezas a sentir un ataque de pánico incipiente y no quieres echar mano del Rivotril.

Pensaba en el ahora.
Es probable que no sea bien visto socialmente dudar de tus capacidades?
Es como si hoy en día todos se ofendieran porque temes tomar un camino nuevo, aunque ya hayas dado pasos para adentrarte en ese camino. Como que todos esperan que aprietes los dientes y te tires de cabeza a eso, aunque estés muriendo de miedo.
Este comportamiento de no soportar la debilidad es nuevo? Antes estaba bien visto y la gente te consolaba y te daba palmaditas para que te calmaras?
 Existe o es sólo mi percepción y la gente de la que me rodeo está muy muy mal?

Quizá estoy exagerando, siempre me pasaba antes de un examen, me invadía una sensación de "ya la cagué, qué estoy haciendo?" y luego todo resultaba estar bien. Quizá ya harté a todos con mis falsos fatalismos.
Ojalá.

Bueno, en mi país estamos en veda electoral. Esto significa que ningún candidato a ocupar un puesto decidido por elecciones puede hacer propaganda. Dicen que es un momento histórico, porque las predicciones aclaran que habrá muchísima gente votando, más que nunca antes. También porque quien lleva las de ganas según las encuestas es un candidato "de izquierda", que ya ha contendido antes y al cual le robaron la presidencia hace doce años y le jugaron chueco comprando un montón de votos hace seis.

Anhelo que ya pasen las elecciones y que sean limpias. Hablar ahora es como caminar sobre huevos, siempre habrá quien se te tire a la garganta por dar opiniones :/
Pero esto siempre ha sido así, no es cosa de ahora. Sólo estoy cansada de todo esto.

Pienso que probablemente yo este pensando tantas cosas funestas porque estoy desocupada. No trabajo ni voy al hospital a hacer labor de investigación. No salgo de casa y paso muchas horas sólo con Parsi.
Como que a ratos lo odio y a ratos pienso que es perfecto.

Hace unos días pensaba en mis compañeros de secundaria, en cómo serán sus vidas, si serán felices. Hoy una amiga de esos tiempos me hablo un ratito por msn y fue lindo, es como saber que hay cosas que permanecen aunque todo lo demás cambie.

Pos no sé adónde voy, pero iré con la mejor disposición.
Espero mantener al tanto este blog con lo que suceda en el camino.


*

martes, 26 de junio de 2018

I tried to write your name in the rain

But the rain never came


Estoy comiendo una manzana mientras escribo esto, sentada al lado de una ventana que deja entrar rayos de sol. Puedo escuchar la respiración tranquila de Parsi y, si estiro un pie, siento su cuerpo suavecito y tibio.
Me gusta estar tranquila. Me gusta que mi vida sea simple.

En la entrada anterior escribí que de años pasados sólo me queda la rabia. No sé si es rabia pura o está mezclada con disgusto. Y me queda porque nada es como quisiera que fuera. El mundo no es como quisiera que fuera. La realidad no es como debería ser, al menos en mi cabeza.

Regresé ayer de un fin de semana en una ciudad chiquita de Puebla, fui a visitar a mis tías. Las extrañaba mucho. Antes pasaba casi todas mis vacaciones allá, con mi abuelo. A él lo extraño todos los días, pero agradezco ya no soñar con él. Su ausencia la sentí bien fuerte cuando estuve allá. Él solía estar en la terminal de autobuses; cuando mi hermano y yo llegábamos él ya estaba esperando. 
Nos quería mucho. Se le notaba en la voz. Su tono cambiaba cuando hablaba con nosotros.

En las vacaciones de antes, seguíamos rutinas. Levantarnos temprano a ayudar con las vacas, a hacer queso, a vender leche. Después salíamos un rato, quizá al centro a hacer recados con alguna de mis tías o con ambas. Comíamos helado en la misma heladería siempre. Mi favorito era el de chocolate. A veces íbamos a un balneario. O al zoo.

Mis tías son personas de risa fácil. Ríen "como si nadie las hubiera lastimado antes". Me gustan sus risas aunque siempre sean muy altas. Es como si quisieran apagar con sus risas el silencio en el que estoy sumida la mayoría del tiempo.

Está vez, de camino allá, pude ver los volcanes muy claramente. El Popo tenía nieve y el Izta era gris oscuro. El cielo se veía muy muy azul. Me dijeron que había llovido muy fuerte toda la semana, pero cuando yo estuve, sólo vi llover una vez y fue en la autopista.

Mis tías están casadas ahora y tienen hijitos. Mis primos son graciosos. Me gustaba escucharlos platicar sobre las reglas de los juegos que estaban inventando. Hacía varios años que no iba a esa ciudad.

Salí de noche con mis tías y uno de mis tíos políticos. Ellas no me llevan ni diez años de edad, por lo que podría ser su hermana menor. Dicen que debo salir más y ser más extrovertida. Les extraña que no salga mucho de antro o de viajes de fin de semana, como ellas hacían cuando tenían mi edad.

Mi abuelo era muy estricto, pero ellas lo hacían de todas formas. Cuando mi abuelo enfermo, ellas seguían haciéndolo, pero con muchísimo más disimulo. Me alegra que lo hayan hecho. Era una forma de lidiar con todo eso.

Siento que todo es más pesado aquí. Más real también. Pero hasta estar despierto es más pesado. Las prisas, la competencia, todo eso que es tan normal para mí no tiene nada de sentido para otras personas a unas horas de distancia.
Eso me enoja. No se suponía que yo me fuera a neurotizar con esas cosas de adultos. De repente me cae el veinte de que ya soy un adulto pero sigo sin tener ni idea de lo que significa -aparte de estar estresados todo el tiempo por cosas tontas y de no mojarse cuando llueve-  y me siento como intrusa. 
Es estúpido, no estoy suplantando la identidad de nadie, sigo siendo yo, no sé si soy quien todos esperan que sea, es más, no sé si soy quien yo suponía que debía ser (pero no lo creo porque cuando era joven jamás imagine nada de lo que pasa ahora, ni otro cosa, sólo no perdía tiempo imaginando el futuro), pero me gusta la tranquilidad de mi vida.

El otro día le decía a Dion que temía que fuera egoísta por sentirme así, se supone que Dios te exige hasta límites incómodos, que no te deja zona de confort alguna, porque Su obra necesita que soportes de todo para acercarte a Él. Pero me siento cerca a Él ahora.
Supongo que debo tomarme más en serio el hacer un examen de conciencia diario.

Respecto a la maestría, no sé, aún no me siento todo lo emocionada que debería. Pasa algo raro, nadie me ha felicitado con la efusividad que esperaba. Quizá creí que era más importante haber logrado entrar de lo que en realidad es. Sarah dice que es porque ya todos sabían que lo lograría. Hombre, es que ni yo lo sabía. En verdad los otros tienen más fe en mí que yo misma?



Ni siquiera quiero releer la entrada. Siento que todo está revuelto, pero hey, para eso es este espacio, para poner todo lo que se me ocurre. 

lunes, 18 de junio de 2018

I used to believe that I could change

But I'm not that hopeful anymore


Parece que cada vez que abro este blog es para decir cuanto he cambiado.
A veces me pregunto si es verdad o sólo es lo que anhelo en serio.

Es decir, todo cambia, nada es estático en el mundo, pero no sé si cambien las cosas importantes.
Intento ser una buena persona.


Bueno, me admitieron para hacer la maestría que quería hacer, pero asumo que ya lo sabes si estás leyendo esto.
(Creo que la única que lee esto soy yo)

Ayer fue día del padre. Mi papá odia celebrar, entonces todo fue muy tranquilo, pacífico. Comimos barbacoa e hice tlacoyos que sabían bastante bien.

El sábado por la noche, mi hermano sacó a Parsi, nuestro perro, a su paseo habitual.
Se zafó de su correa y fue a pelearse con tres perros. Parsi está bien ahora, pero pasó esa noche en el hospital veterinario y tiene un collar isabelino, ya que el ataque derivo en su esterilización, porque los perros le rasgaron el escroto :/
Mi hermano sólo tiene unos rasguños que Parsi le hizo cuando se metió para separarlos.
Supongo que debió de tener miedo. Yo lo tendría.

Parsifal fue hospitalizado en el hospital donde murió Napoleón. Eso me trajo recuerdos de la soledad no querida.

El viernes fui a comer a casa de mis padrinos, fue un buen rato, platiqué con sus sobrinos, que son un poco más jóvenes que yo y muy juiciosos.

Eso me hizo recordar a mis amigos del Patria, no sé si ya no los extraño.
Durante mucho tiempo fueron un solaz, y el saberme parte de algo, la sensación de pertenencia era genial.
No sé si estoy en planicie emocional de nuevo o ya crecí y no siento anhelo de eso o ya entendí que soy parte de algo aunque no sea de qué conscientemente.

A veces siento que tengo muchas cosas que contar y no suficientes palabras para hacerlo, pero a  veces es al contrario, me abruma la cantidad de palabras existentes y yo sólo conozco una parte minúscula que puede no transmitir lo que deseo, corrompiendo el mensaje.
La gente habrá dejado de bloggear por eso?
O porque puso demasiado de si mismos en los blogs y se dio cuenta muy tarde de que eso podría usarse mal por otras personas. También me pasó a mí y volví mi blog privado y lo abandoné por eso.

Leí por ahí que las cosas realmente importantes nadie te las pregunta. Quizá sea cierto, pero quizá tampoco pensemos en ellas nunca. Y supongo que cuando pensamos en ellas, tratamos de no diletar más de lo necesario: ¿soy feliz? se convierte en ¿seré feliz si?

No sé, todo cambia, todo.

Revivo otros tiempos con música, pero eso se siente como darle la espalda a algo. Es como si el ahora no contara más que para recordar el pasado.
Hace cuatro años no habría pensando estar en dónde estoy ahora, y no sólo físicamente.
Se supone que he avanzado para bien.

Pero no me siento exultante. Sólo estoy tranquila. Es que ahora la felicidad es la paz apagada y no la efervescencia de antes?

Me pregunto si alguien que alguna vez lea esto podría reconocerme a través de las letras. Y no me refiero a esas inteligencias artificiales malévolas que ahora pueden decidir que producto quiero comprar con base en información de grupo etario y madres así.

Hay sueños que hacen que despierte con sed de ser otra. Agua hasta las rodillas y la perspectiva de conocer más, piedras que son suaves, escaleras que llevan al mismo destino. Las que se llaman pesadillas recurrentes.

Lo único que me queda de otros tiempos es la rabia.
Y eso es muy pinche triste.

martes, 6 de febrero de 2018

Se pliega con los ojos lejanos y el alma distraída*

Hace años que no abría este blog.

No logro reconocerme en lo que aquí está escrito.

Hace unos días hablaba con alguien sobre la ausencia de la efervescencia que me parece necesaria para escribir. Desde que entré a la universidad, algo se apagó y todo lo que me producía catarsis se volvió más y más esporádico hasta desaparecer casi por completo. No canto victoria antes de tiempo; aún tengo muchas dudas que aparecen en estallidos de llanto y preocupaciones traducidas en insomnios.

No siento que haya cambiado mucho, pero bueno, al leer todo lo que escribí aquí, tampoco evoco ninguna reminiscencia de los años pasados.

No sé si soy más o menos yo.
He vivido mucho.
¿Es posible cambiar el fondo, lo esencial?
No lo creo, dentro de mí debe haber algo imperturbable por el paso del tiempo.

Recién hace unos meses termine la licenciatura. No estoy exultante, ni me siento aliviada ni orgullosa. Era algo que debía hacer y ahora está hecho. Me fue muy bien, aprendí mucho, me acerqué a muchas personas a las que no pensaba que me acercaría y me alejé de pocas personas que, a veces, extraño.

Ahora trato de combatir la melancolía en vez de llamarla a gritos para que acompañe a mi soledad. Ya no estoy sola, aunque no haya nadie a mi lado. Creo que me encontré algo tan grande, y me lo topé tan de bruces que ya no puedo fingir que no existe.

Siguen emocionándome ideas gestantes, me gustan las pláticas interesantes, aprendí que escuchar no significa sobre pensar o preocuparse sin motivo, me di cuenta de que no todos los enamoramientos ocurren para padecerlos (porque si se ignoran un rato, desaparecen). Entendí la belleza falsa del dolor.

Creo que las vivencias pueden desplazar partes de ti, las cuales parecían inherentes a tu sustancia.
No recuerdo muchas cosas de varios lapsos de tiempo. Quizás eso sea algo bueno.
He vivido tan poco.
Olvidaba la exclusión del mundo que pasa cuando escribo. O la exclusión de la conciencia del Todo.

Durante estos años, he experimentado el vaivén del tacto, la búsqueda del equilibrio, el silencio que dice verdades que no deben dejarte nunca.

No recuerdo haberme imaginado a esta edad cuando escribía. Si lo hice alguna vez, espero haber dejado registro de ello.
Para eso sirve esto. Para dejar registro de mis versiones, y, si algún día reúno la fuerza necesaria, releerlas. Intentar saborearlas. Escuchar la música que tenían esas noches desveladas, mientras aporreaba el teclado porque tenía mucho que decir pero pocas ganas de hacerlo en voz alta.

"¿Mejor o peor? Abatimiento..."
Releo lo que escribo ahora, antes de publicar. Eso recuerdo no haberlo hecho antes. La espontaneidad de expresar sentimientos debe estar dormida. Pero es mejor no despertarla abruptamente y darle tiempo.
Si es necesario, puedo desahogarme aquí de nuevo sin temor a que me juzguen o que esto lo lea gente malintencionada. Es la maravilla atroz del mundo moderno, poder lanzar algo a una red y tener la certeza de que nadie lo tomara en cuenta aún cuando lo encuentren.
Gracias a la Providencia todavía quedan personas que escuchan cuando quieres ser escuchado, entonces puedes elegir qué tipo de desahogo requieres, algo para ti, reflexivo, privado, invisible o un grito de ayuda, que aunque estridente, es necesario aprender para sobrevivir.

Ahora no necesito nada de eso.
Todo está equilibrado, en calma.
Ningún Lugar no ha sido necesario en mucho tiempo.



*