martes, 30 de noviembre de 2010

En mi cielo interior nunca hubo una sola estrella*

A veces deseo deslizarme en la inconsciencia, dejar de existir un rato, no sentir ese dolor abrumador.

Descubrí que mi mamá y yo nos parecemos muchísimo más cuando lloramos. Es algo curioso que me fije en esas cosas cuando estoy a punto de desmayarme por el Desorden.

Ojalá hubiese hecho más cosas, ojalá hubiese tomado nota de todas sus palabras... pero ahora es demasiado tarde. Jodidamente tarde. Dolorosamente inútil.

Sí, ya sé que él está mejor así, que ya no le duele, y que desde donde está él me cuida. Lo sé. Pero... me duele tantísimo.

No reconforta saber que todos nos vamos, ni que después podré verlo, no lo hace.
Y menos si él ya no canta, ni toca la guitarra.

No volveré a oírlo. Se ha ido.

Su risa burlona, sus dedos acariciando las cuerdas, sus ojos heridos...

Por más que pretenda ser fuerte, no lo soy, por eso tecleo de tanto en tanto, mientras el resto del tiempo pugno por callar los sollozos, que se sienten como desgarros en el pecho, en el alma, y me voy vaciando de todo y a la vez me siento dolida, abandonada, me siento egoísta, quiero rasgarme la piel para amortiguar el Dolor y no puedo, no puedo porque debo estar bien.
Ni siquiera puedo llorar en público. Todos quieren apoyarse en mi y yo estoy para eso, pero no puedo externar nada.



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domingo, 7 de noviembre de 2010

Vida, los pobres poetas te creyeron amarga...*

Podría decirse que el domingo fue un día cargado de emociones diametralmente opuestas.
Mi abuelita cumplió 78 años y hubo una comida en casa de una de mis tías para festejarla, la mayor parte de la familia estuvo ahí.

Fue como una taquiza, carne de todo tipo, guacamole, tortillas de maíz y ensaladas.

Mi hermano nos acompaño por primera vez en mucho tiempo. Todos estaban muy felices de verlo y eso me agrado porque normalmente no le gusta mucho estar con mi familia.

Mi abuelita es una mujer muy importante para mí. Ella me cuidaba cuando era niña, me enseño a coser, bordar y a ser precavida en general.
Ella tuvo una vida dura, no todo le fue dado en bandeja de plata. Mi papá y 2 tías más son hijas de su segundo esposo, mi abuelo que falleció antes de que yo naciera.
Mi mamá no lo conoció y mi papá casi no habla de él, pero todos dicen que era un hombre muy inteligente, planifico la construcción de la línea A del metro y además era maestro.

Mi abuela siempre ha sido un gran apoyo para toda la familia, es el tipo de mujer fuerte, decidida a salir adelante, su regazo siempre ha sido un refugio para mi porque cuando me siento sola o confusa o simplemente triste, sé que puedo ir a su casa y ella estará ahí y no me juzgara a pesar de todas las tonterías que he cometido...

Estoy muy acongojada, porque al parecer ella está muy triste ahora y no sé qué hacer. Sí, tal vez soy egoísta, pero la necesito mucho y no me gusta que se sienta de esa manera. Desde la última vez que la ví a hoy pareció como si hubiese envejecido demasiado.
Solo... Yo no estoy lista para que ella se vaya...

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