sábado, 14 de marzo de 2009

Y hoy me siento con tanta razón...

Y tengo toda la intención de herir, como tú, con tus palabras mágicas, lastiman y vuelven a golpear y a mí me agrada y es verdad, me quieres siempre mal, me tratas con la punta del pie, en cambio yo jamás tuve oportunidad de comprobar que tú y yo = perdición.

Awww, PANDA!!!

Turuturuturu!

Ay, me duele ponerme hiperactiva /:

Estar enferma realmente apesta, saben?

Jajaja, no sé si subir pic´s a mi Hi5

Puff!! Pues sí, lo haré, eaeaeaaa!!

Jajaja, es que no sé, son muy capaces de secuestrarme y la neta me da miedillo, jajaja.

No manchen, ya subí unas, jajaja.

A ver que tanta concurrencia hay, jajaja :D

Se cuidan y sean felices (:

sábado, 7 de marzo de 2009

Reencuentro...

No conmigo misma.

Pero fue tan raro.

No tengo inspiración, lo siento, no sé como describir lo que sentí.

Me pareció sentir un enojo hacia mi persona y no sé porqué.

Necesito saber que onda.

Una noticia de una boda me sorprendio y me alegro, me saco de onda, pero está bien. Ahora sé que todo es como debiera ser (:



No consigo recordar que fue lo que me daño el 8 de febrero... que me paso? Que me hicieron?
Es chistoso como recopilando e-mails te das cuenta del paso del tiempo, y también es muy triste.

Duele.

Febrero no fue un buen mes para mí, y tampoco lo será abril, así que disfrutare marzo.

Días de duelo, días dolorosos, días con ganas de no existir, de no saber, de no amar, de no conocer, de no respirar más.

Duele.

Preparo mis kleenex para el lunes, el martes tengo que estar bien.

Cuídense.

domingo, 1 de marzo de 2009

Cordura Caradura

Estuve leyendo los primeros 2 volúmenes (Que la neta desconozco si sean más) de "Felices pesadillas" que son una recopilación de relatos de terror de todos los escritores "buenos"...
Hasta ahora ninguno me ha dado miedo, pero leyendo un relato que se incluye en el libro "El Club de los Parricidas" se sugestiono mi cerebro (que no es TAN sugestionable) y esa noche soñé que leía un relato mío, o sea, que yo escribí y que narraba como formulaba un plan para matar a mis padres.
Me desperté antes de conocer el nombre de mis aliados, jajaja.

La verdad me impresiona lo frágil del cerebro humano.
Una cosa, un ruido, un olor pueden romper ese rompecabezas que hemos formado todos los días de nuestra vida y llamamos cordura.
Soy adicta al miedo, pero rara vez me he asustado realmente, siempre he intentado buscar relatos, sucesos que me pasen, pero nada más no, jaja.

Bueno, una vez, era Día de Muertos, y fue hace unos años, tenía como 13 o 12 o 11 o 10 años, no lo recuerdo con precisión.
El caso es que en la noche en que se suponen que llegan los difuntos a saborear las viandas que los vivos les ofrecen me desperté a mitad de la noche. Lo que a continuación narro es lo que creo que me sucedió, o sea, no estoy segura de que haya pasado porque no hay nadie para decirme que sí sucedió, pero ese recuerdo está tan vivido como un sueño reciente.
La ofrenda que ponen en mi casa se acostumbra a poner entre las puertas de mi dormitorio y el de mis padres, por lo que el resplandor de las veladoras que tenía la ofrenda se veía como un destello rojizo por arriba de la franja de la puerta de mi cuarto.
Yo era más crédula en ese entonces y pues me desperté toda sacada de onda y me arrebuje en las sábanas porque me di cuenta de que fecha era.
Intenté perder la conciencia de nuevo, pero no podía y no sabía porque. (En esos tiempos dormía más que un koala) Me embargo una sensación rarísima, no era miedo, ni terror ni nada por el estilo, más bien era que DEBÍA dormirme, que lo que estaba viviendo no era para las niñas dormilonas y vivas que se despertaban por X cosa.
X cosa no era tan X, era un sonido amortiguado pero benigno, como cuando el viento arrastra el sonido de una fiesta lejana. (Jaja, sí, pensé que eso era al día siguiente, pero note que era una idiotez pensar eso, en mi colonia celebrar algo en día de muertos es una falta de respeto) Como es de esperarse me quede despierta toda la noche, y cuando salió el sol (lo suficiente para no tener miedo pero para poder despertar a alguien en caso de urgencia) me levanté a ver qué onda. No había nada inusual, solo un olor delicioso. Exótico, con un toque de flores que más tarde me entere que eran violetas, pero el ambiente, la “vibra” o el “aura” de mi casa eran diferentes, como que te dejaban muy en paz contigo y el mundo.
Me arrinconé y me concentré en aspirar ese aroma y en recordar los murmullos.
Nunca he vuelto a experimentar nada por el estilo.
La historia termina en mi mamá gritándome por estar yo tirada hecha bolita en el suelo y rompiendo el encanto en el que estaba sumida con el resto de mi casa.
Nadie nunca me ha creído, y no espero que lo hagan. Sé que la deshumanización de la sociedad actual ya no deja cabida para cosas inexplicables y eso nos vacía de credulidad e imaginación.