lunes, 6 de octubre de 2014

He pasado de la conciencia de la poesía a la poesía de la conciencia...*

El sábado en el Patria hablamos sobre saltos al vacío.
Un salto al vacío es cuando "te cae el veinte", cuando te enfrentas a la realidad pura y dura, cuando abres los ojos, cuando Resucitas...

Es lo más doloroso en la vida de un ser humano.
¿Por qué?
Porque para resucitar, necesitas morir primero.

Y sí, muere tu ego. Se truena tu burbuja de seguridad. Te quitas la venda de los ojos. Y miras.



Es muy difícil ver la realidad de los que nadie quiere ver.

Desde hace unos años, en mi país todo se ha tornado rojo y gris. De tanta sangre derramada, futuros cortados, destinos inciertos, desesperanza, indiferencia y odio.

El odio es lo único que puede explicar como a un joven estudiante lo desollan vivo por protestar.
La desesperanza es lo único que puedo aceptar como motivo de que nadie haga nada contra el verdadero culpable.
La indiferencia... es lo que me mata.

Hoy en una conferencia, vimos un trozo de la película "7 cajas" para estudiarla desde una perspectiva lingüística. Yo la odie.
Odie ese tono de tragicomedia para ilustrar una realidad muy parecida a la que a veces veo a pocas calles de mi casa.
Odie que digan que "muestra una visión poco conocida para el turista estadounidense".
Me dejo dolor de cabeza y un mal sabor de boca, pero no entendía porqué, hasta que camino a casa, me topé a dos chicas que probablemente son menores que yo pero se veían muy desgastadas a causa de su maternidad y estilo de vida.
Apenas hablaban español... Y es su lengua materna. La única, me atrevería a decir.
Las manos desgastadas por los quehaceres y el trabajo sostenían a sus hijos, pequeños, en pañales todavía, pero que ya tienen el destino decidido por la mierda de Estado que tenemos.
Debatían como conseguir ayuda alimenticia, pero siendo pobre y sin instrucción, el mundo está en tu contra.
 No, no es cierto. ¿Cómo puede estar en tu contra alguien que ni siquiera admite que existes?
El problema no es que no admita tu existencia. Es que hace todo lo que está en su mano para que no lo hagas. No quiere que existas, pero tampoco quiere que desaparezcas. La maquinaria necesita que la echen a andar. Entonces los crean a ellos. Ellos parecen humanos. Pero están condicionados para ser infrahumanos.
Sin una dirección fija, estás chicas rentan, para sus familias en constante crecimiento, probablemente un cuarto sin baño propio, en una calle que colinda con el canal de la Compañía.
Si siguen como están (sería raro que mejoren, para ellos los cambios siempre son para empeorar), sus hijos irán a alguna escuela pública deficiente. Seguramente no conseguirán becas de excelencia escolar, porque ¿quién saca 10 en la escuela cuando tienes que trabajar para comer? (Eso si deciden que comer es mejor que drogarse).  Quizás lleguen a secundaria. Quizás la terminen. ¿Nivel medio superior? Eso no es para ellos.
Ellos probablemente terminen en la economía informal, si bien les va. O rentando una combi. O, si forman una familia y ven a sus hijos morir de hambre, quizá opten por la delincuencia para alimentarlos.
 ¿Por qué querría ver yo una película que no muestra la dimensión verdadera de una realidad que nadie quiere ver?
Disculpen, quizá no tengo sentido del humor ni sé nada sobre el cine, pero...

Cuando saltas al vacío tienes algunas opciones. Dejarte caer y matarte. Agarrarte a algo con uñas y dientes y frenar la caída mientras cierras los ojos para negar el vacío. Ponerte un paracaídas y ver donde aterrizas.
Pero no vuelves a subir.

Está es una de las películas que te provocan un falso salto. Lo ves, puedes sentirlo, pero no lo VIVES. No caes de verdad. Pero puedes jactarte ante tus amistades y decir "No mames wey, ¿viste cómo vivían esos cuates? Puta, dude, que poca madre tiene el gobierno. Lo bueno es que acá no estamos tan jodidos, ¿no?" y negar con la cabeza, orgulloso de tu conciencia de clases, mientras saboreas un café de 70 pesos y pasas de largo ante la señora que vende dulces en la banqueta y sostiene un nene de pocos meses con manchas de anemia en la cara.

 

Ese es el sacrificio que el Dios en el que yo creo nos pide. Ponte el paracaídas y confía en él. Ayuda todo lo que puedas. Sé alguien. Sirve para que otros sean. Quizá no puedas cambiar la vida de tooodooos los que necesitan ayuda, pero si puedes ayudar a unos cuantos, el que estés vivo tendrá algún sentido.

  *Cántico nuevo. Cintio Vitier.

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